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-Vyctor aspiró profundamente el aroma salado de la brisa procedente del mar. Le reconfortaba y le traía recuerdos de cuando era niño y, a pocos metros de allí, jugaba en la arena con su hermano mayor. Tiempos más felices en los que todo eran risas y diversión. En el espacio había guerra, pero ellos, en su pequeño mundo en medio del Mediterráneo, vivían ajenos a ella, hasta que sin desearlo fueron a su encuentro.
+Vyctor aspiró profundamente el aroma salado de la brisa procedente del mar. Le reconfortaba y le traía recuerdos de cuando era niño y, a pocos metros de allí, jugaba en la arena con su hermano mayor. Se acercó al borde del acantilado y recorrió con la mirada el pequeño sendero que bajaba serpenteando entre las rocas hasta la cala en la que pasaron tan buenos momentos. No pudo evitar que una ligera sonrisa se formara en su boca. Tiempos más felices en los que todo eran risas y diversión.
-La familia Le Blank había residido en Mausart durante generaciones. Philippe Le Blank la compró para su amada esposa Ylenna como regalo de cumpleaños, construyendo en lo más alto una espléndida mansión desde la que se podía contemplar la bahía y el pequeño pueblo de pescadores. Un precioso jardín rodeaba el edificio, extendiéndose hasta los acantilados. Allí, bajo unos pinos, junto al banco donde solía sentarse a leer, es donde fué enterrada cuando murió años despues de forma repentina. Con el paso del tiempo el lugar se había convertido en un pequeño pero bello cementerio en el que dormían eternamente los descendientes de la pareja.
+La familia Le Blank había residido en Mausart durante generaciones. Philippe Le Blank compró la isla para su amada esposa Ylenna como regalo de cumpleaños, construyendo en lo más alto una espléndida mansión desde la que se podía contemplar la bahía y el pequeño pueblo de pescadores. Un precioso jardín rodeaba el edificio, extendiéndose hasta los acantilados. Allí, bajo unos pinos, junto al banco donde solía sentarse a leer, es donde fué enterrada cuando murió años despues de forma repentina. Con el paso del tiempo el lugar se había convertido en un pequeño pero bello cementerio en el que dormían eternamente los descendientes de la pareja.
-Vyctor leyó una vez más el epitafio en la lápida de Nelaria. ”Como una estrella fugaz eclipsando a todos, así pasaste.” Se inclinó sobre la lápida y la abrazó, intentando sentir al ser querido que había perdido y que reposaba bajo tierra, pero solo recibió la intensa frialdad del mármol. Era como si la muerte, impasible, le hiciera ver que sus intentos eran vanos, que lo que entraba en sus dominios pasaba a pertenecerle para siempre y que no podía hacer nada para cambiarlo.
+Vyctor se acercó cabizbajo y leyó una vez más el epitafio en la lápida de Nelaria. ”Todos morimos, pero no todos vivimos como tú viviste.” Se inclinó sobre la lápida y la abrazó, intentando sentir a la madre querida que había perdido y que reposaba bajo tierra, pero solo recibió la intensa frialdad del mármol. Era como si la muerte, impasible, le hiciera ver que sus intentos eran vanos, que lo que entraba en sus dominios pasaba a pertenecerle para siempre y que no podía hacer nada para cambiarlo.
Durante el funeral y el entierro se había mantenido sereno, sin mostrar ninguna emoción. Solamente Nylora había llorado desconsoladamente. Pero ahora que nadie podía verle no pudo evitar que las lágrimas asomaran por sus ojos y recorrieran sus mejillas. Se sentía tan solo. Nelaria le hubiera reprendido, ella siempre había despreciado las muestras de debilidad humana, pero despues le habría acariciado el pelo con la mano y hubiera suspirado con condescendencia.
Fue también un suspiro lo que le sorprendió y le sacó de sus pensamientos, aunque éste sonó más a decepción. Talon Wyrm, con una mirada dura e inmisericorde, le observaba. Ya no llevaba el uniforme de gala; se había cambiado y llevaba el uniforme gris oscuro de faena, lo que le hacía parecer más enjuto de lo que era. Pero aún así, de su figura emanaba una energía que hacía que Vyctor se sintiera tremendamente pequeño en comparación. Fisicamente eran muy parecidos Talon y él, pero siempre había tenido la impresión de que esa similitud había jugado en su contra en la relación con su padre.
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Zacary Le Blank, el abuelo de Philippe, había fundado una pequeña factoría de naves de recreo hacía casi dos siglos. El negocio prosperó y pronto empezaron a expandirse, pasando a fabricar naves para transporte de viajeros, de mercancías y yates de lujo. En una época en que la Tierra había comenzado a rearmarse ante la amenaza de los piratas era cuestión de tiempo que empezaran a firmar grandes contratos con el gobierno para la fabicación de naves de guerra, acumulando una gran fortuna.
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