-Nylora aguantó la mirada durante unos segundos, pero al final bajó los ojos hacia el suelo con rabia.
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-- Allistair me lo pidió.
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-- ¿Allistair?
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-- Me dijo que era un gran día para nuestro padre, que debíamos de estar unidos en nuestro regreso a la Tierra… menudo sentimental, como si yo no pudiera venir aquí cuando quisiera.
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-- Pero has venido.
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-“…con los pocos recursos con los que contaba pero haciendo gala de una inteligencia y determinación poco comunes, Talon Wyrm encabezó el ataque al cinturón de asteroides obligando a las flotillas piratas a salir de su escondite…”
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-- No debería haberlo hecho. No sé cómo, pero siempre, de alguna manera, conseguís manipularme. La manipulación es el pasatiempo favorito de esta familia.
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-- Vamos querida, quiero mucho a tu hermano pero ¿manipulación? Allistair tiene muchas virtudes pero saber manejar a las personas no es una de ellas.
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-- No, Adi me convenció.
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-Un escalofrío recorrió la piel de Nelaira. Nylora siguió hablando, sumida en sus pensamientos.
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-- Yo estaba burlándome de Allistair, de su concepto de la familia, de la Academia y del Almirantazgo. Y entonces Adi habló. Ya sabes, como cuando era niño y nos contaba esos sueños que tenía a veces. Se puso todo serio y mirando al infinito dijo: “La fuente del tiempo, de todo lo que ha pasado y de todo lo que está por venir, debe ser preservada”. Y después me miró y añadió: “Nylora, en la ceremonia del ascenso de tu padre, cuando suenen las trompetas del juicio final, te llamaré por tu nombre y los destinos seguirán nuevos caminos”.
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-Nelaira miraba con los ojos muy abiertos, intentado hablar pero sin encontrar las palabras.
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-- Puede que no fueran esas las palabras exactas, pero fue más o menos así. Estaba como en trance. Después no se acordaba de nada, pero ya no pude dejar de pensar en lo que había pasado. Así que aquí estoy, esperando las trompetas – dijo, volviendo a adoptar esa sonrisa entre burlona y despectiva que solía mostrar siempre.
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-Nelaira se giró hacia Adarath, buscando respuestas a las preguntas que empezaban a formarse en su cabeza. Era como si… de alguna forma… pero no podía ser. Y entonces, al mirarle, no pudo evitar una exclamación horrorizada.
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-El pequeño Adarath estaba rígido, casi temblando, con los ojos cerrados y la frente perlada de sudor. Nelaira le cogió la mano y pudo notar que estaba ardiendo. En ese momento, él abrió los ojos y la miró directamente, pero en realidad la mirada iba más allá. Se sintió como desnuda, desprotegida, unos ojos que no eran los de su hijo y que penetraban hasta lo más profundo de su alma.
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-- Estamos en la encrucijada. El origen y el final. Lo inevitable se acerca. Esta pasando. Ahora.
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-En ese momento empezaron a sonar las alarmas de la estación. Todos se miraron sorprendidos. Algunos oficiales conectaron rápidamente sus terminales pero la gran mayoría miraba hacia todos lados sin comprender. Y de repente una gran sombra cubrió el techo acristalado. Una nave de combate apareció de la nada y apuntó sus cañones directamente hacia el salón de actos. Se oyeron gritos.
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-- ¡Nyloraaaaa!
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-Nylora miró a su hermano, gritando su nombre, con los ojos desorbitados, y entonces todos sus sentidos se activaron y todos los años de entrenamiento tomaron control de su cuerpo. De un salto se colocó junto a su hermano, le rodeó con sus brazos y le hizo rodar por el suelo, cubriéndole con su cuerpo.
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-Pudo oírse una gran explosión, ruido de cristales rotos y trozos de metal cayendo por todos lados. Después llegó el silencio, que pronto empezó a llenarse con lamentos y lloros.
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-Nylora se incorporó levemente y examinó a su hermano, que parecía encontrarse bien. Incluso parecía haberse recobrado del ataque que estaba sufriendo hacía tan solo unos instantes. Se puso de pie y caminó unos pocos pasos por la estancia. El humo cubría una buena parte del salón y muchos cuerpos se encontraban tendidos en el suelo. Miró al techo, totalmente destruido. Por fortuna, los escudos habían resistido y les habían salvado de una muerte segura. La nave que había provocado toda aquella destrucción había desaparecido.
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-Miró a Adarath, que de rodillas y con las manos en la cara susurraba palabras que Nylora no conseguía entender. Al acercarse comprendió que lloraba y entonces es cuando pudo oírle decir “mamá, mamá”.
-A pocos metros, un enorme viga de acero aplastaba el cuerpo sin vida de Nelaira Le Blank, la esposa del recién ascendido almirante Talon Wyrm.