-- ¡Allistair!
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-Llegó como un vendaval y se abrazó con fuerza al sorprendido cadete, que empezó a reir.
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-- Lleva toda la semana hablando de ti sin parar - dijo Vyctor con su habitual media sonrisa.
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-Una mujer alta y delgada, de avanzada edad, llegó tras la niña.
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-- Lo siento, señora, era imposible retenerla más.
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-- No pasa nada Cindra, cuando se trata de su hermano no existe nadie que pueda detenerla.
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-Cindra era la consejera de Nelaria, aunque ella la consideraba mucho más que eso. Durante años había servido a su padre en Miconos, la residencia familiar de la familia Le Blank, y se había encargado de su educación en materias tan dispares como matemáticas, política, filosofía, psicología, música y literatura. La fiel institutriz adoraba a su señora y siguió a su lado tras casarse con Talon y mudarse a Ceres. Ahora se encargaba de la formación de Nylora, la hija pequeña de Nelaria.
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-Buscó a Allistair con la mirada. Era uno de los mejores cadetes, pero no era tan bueno como su padre. Aunque claro, nadie era tan bueno como Talon Wyrm. El primero de su promoción en la Academia, teniente más joven de la historia, capitán más joven después, y así rango tras rango del escalafón, triunfando incluso en los lugares más recónditos, para volver en el momento más álgido de su carrera. Y todavía no habían tocado techo, ella lo sabía. En realidad, esto era el principio, lo más grande estaba por venir.
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-- Son tan monos, ¿verdad? Todos de blanco están preciosos – murmuró Nylora con una sonrisa entre desafiante y despectiva.
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-- Te crees mejor que ellos.
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-- Soy mejor que ellos. Y lo sabes.
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-Uno de los almirantes decanos comenzó a hablar por megafonía.
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-“… aquí, ante la mirada de nuestro querido planeta Tierra, origen de la humanidad, hemos venido para recompensar a un hombre que ha devuelto la esperanza y, por qué no decirlo, el orgullo, a toda una generación…”
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-- En realidad siempre serás mi mayor decepción, Nylora. Tenía tantas esperanzas puestas en ti.
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-- Mi más sentida disculpa, madre.
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-- ¿Por qué has venido? No lo entiendo. ¿Por qué? Nunca te gustó tu padre, ni yo tampoco. ¿Acaso somos poco para ti? Siempre te has comportado como si estuvieras un universo por encima de nosotros, por encima de todos.
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-- No soy un soldado, no puedes manejarme a tu antojo como haces con ellos – dijo paseando la vista por los oficiales – si ser independiente y no dejarme engañar es estar por encima del resto del mundo, entonces sí, estoy en lo más alto.
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-Nelaria la atravesó con una mirada fría como el hielo pero cargada de odio.
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-- ¿Por qué has venido?
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-Nylora aguantó la mirada durante unos segundos, pero al final bajó los ojos hacia el suelo con rabia.
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-- Allistair me lo pidió.
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-- ¿Allistair?
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-- Me dijo que era un gran día para nuestro padre, que debíamos de estar unidos en nuestro regreso a la Tierra… menudo sentimental, como si yo no pudiera venir aquí cuando quisiera.
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-- Pero has venido.
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-“…con los pocos recursos con los que contaba pero haciendo gala de una inteligencia y determinación poco comunes, Talon Wyrm encabezó el ataque al cinturón de asteroides obligando a las flotillas piratas a salir de su escondite…”
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-- No debería haberlo hecho. No sé cómo, pero siempre, de alguna manera, conseguís manipularme. La manipulación es el pasatiempo favorito de esta familia.
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-- Vamos querida, quiero mucho a tu hermano pero ¿manipulación? Allistair tiene muchas virtudes pero saber manejar a las personas no es una de ellas.
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-- No, Adi me convenció.
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-Un escalofrío recorrió la piel de Nelaria. Nylora siguió hablando, sumida en sus pensamientos.
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-- Yo estaba burlándome de Allistair, de su concepto de la familia, de la Academia y del Almirantazgo. Y entonces Adi habló. Ya sabes, como cuando era niño y nos contaba esos sueños que tenía a veces. Se puso todo serio y mirando al infinito dijo: “La fuente del tiempo, de todo lo que ha pasado y de todo lo que está por venir, debe ser preservada”. Y después me miró y añadió: “Nylora, en la ceremonia del ascenso de tu padre, cuando suenen las trompetas del juicio final, te llamaré por tu nombre y los destinos seguirán nuevos caminos”.
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-Nelaria miraba con los ojos muy abiertos, intentado hablar pero sin encontrar las palabras.
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-- Puede que no fueran esas las palabras exactas, pero fue más o menos así. Estaba como en trance. Después no se acordaba de nada, pero ya no pude dejar de pensar en lo que había pasado. Así que aquí estoy, esperando las trompetas – dijo, volviendo a adoptar esa sonrisa entre burlona y despectiva que solía mostrar siempre.
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-Nelaria se giró hacia Vyctor, buscando respuestas a las preguntas que empezaban a formarse en su cabeza. Era como si… de alguna forma… pero no podía ser. Y entonces, al mirarle, no pudo evitar una exclamación horrorizada.
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-El pequeño Vyctor estaba rígido, casi temblando, con los ojos cerrados y la frente perlada de sudor. Nelaria le cogió la mano y pudo notar que estaba ardiendo. En ese momento, él abrió los ojos y la miró directamente, pero en realidad la mirada iba más allá. Se sintió como desnuda, desprotegida, unos ojos que no eran los de su hijo y que penetraban hasta lo más profundo de su alma.
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-- Estamos en la encrucijada. El origen y el final. Lo inevitable se acerca. Esta pasando. Ahora.
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-En ese momento empezaron a sonar las alarmas de la estación. Todos se miraron sorprendidos. Algunos oficiales conectaron rápidamente sus terminales pero la gran mayoría miraba hacia todos lados sin comprender. Y de repente una gran sombra cubrió el techo acristalado. Una nave de combate apareció de la nada y apuntó sus cañones directamente hacia el salón de actos. Se oyeron gritos.
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-- ¡Nyloraaaaa!
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-Nylora miró a su hermano, gritando su nombre, con los ojos desorbitados, y entonces todos sus sentidos se activaron y todos los años de entrenamiento tomaron control de su cuerpo. De un salto se colocó junto a su hermano, le rodeó con sus brazos y le hizo rodar por el suelo, cubriéndole con su cuerpo.
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-Pudo oírse una gran explosión, ruido de cristales rotos y trozos de metal cayendo por todos lados. Después llegó el silencio, que pronto empezó a llenarse con lamentos y lloros.
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-Nylora se incorporó levemente y examinó a su hermano, que parecía encontrarse bien. Incluso parecía haberse recobrado del ataque que estaba sufriendo hacía tan solo unos instantes. Se puso de pie y caminó unos pocos pasos por la estancia. El humo cubría una buena parte del salón y muchos cuerpos se encontraban tendidos en el suelo. Miró al techo, totalmente destruido. Por fortuna, los escudos habían resistido y les habían salvado de una muerte segura. La nave que había provocado toda aquella destrucción había desaparecido.
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-Miró a Vyctor, que de rodillas y con las manos en la cara susurraba palabras que Nylora no conseguía entender. Al acercarse comprendió que lloraba y entonces es cuando pudo oírle decir “mamá, mamá”.
-A pocos metros, un enorme viga de acero aplastaba el cuerpo sin vida de Nelaria Le Blank, la esposa del recién ascendido almirante Talon Wyrm.